
Pasados esos interminables segundos, los hermanos Baudelaire siguen con vida. Abren sus ojos y se ven suspendidos en el aire sobre un pedazo de piso que sobrevivió al derrumbe, pero que estaba lejos de tierra firme.
En medio de ese paisaje catastrófico y tormentoso, la mayor de los tres, Violet saca de alguna parte fuerzas para decir las tres palabras que los sacaron de ese lugar.
Su hermano Klaus se resiste a creer. Es que las desgracias habían sido demasiadas para su corta vida: sus padres muertos en un sospechoso incendio; bajo la tutoría del cruel Conde Olaf, a quien luego identifican como el asesino de sus progenitores y que ahora pretendía apoderarse de la fortuna que habían dejado. Habían sobrevivido a varios intentos de asesinato en su contra por parte del conde.
Herederos de una fortuna pero ahora se encontraban suspendidos a varios metros de altura sobre el mar que esperaba por tragarse lo ultimo de la casa, y a ellos.
-Siempre hay algo- insiste Violet por tercera vez.
La vida que le había robado tantas cosas, también le había enseñado que siempre habría un lugar por donde escapar o un resto de fuerzas para volver a empezar.
Solo era cuestión de verlo.
Solo era cuestión de creerlo.
La historia continua en tierra firme, aunque para continuar escapando del conde que asumiría una nueva identidad falsa.
Pero llegaron...
Escaparon una vez mas. Sobrevivieron al mar, a la tormenta y a su perseguidor. Siempre hay algo si lo sabemos ver.
Así que, sea cual sea el lugar de tu historia que te encuentres, no te rindas sin antes mirar detenidamente para todos lados, porque a mi también la vida me enseñó que, siempre hay algo. Si hoy hago una recorrida en retrospectiva, puedo ver que siempre hubo algo. Y lo bueno es que con el tiempo, el ojo se te va ejercitando para encontrarlo cada vez mas rápido.
Fuerza y adelante
Iván
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